El director de la Escuela Taurina de Cataluña relata al IJB su recorrido en la tauromaquia y su ocupación actual.
Soy catalán. Nací el 22 de mayo de 1985 en Barcelona y resido cerca de ahí, en Hospitalet de Llobregat. Vivo en y para el toro. Estoy casado con Verónica Moreno, hija de matador de toros y ganadera, y tengo dos hijos. Soy torero, empresario y apoderado. Tengo la vocación de intentar ayudar a los becerristas o novilleros que empiezan, porque me siento pleno siendo parte en la evolución de cualquier chaval que quiera ser torero. Me llamo Enrique Guillén, y soy el director de la Escuela Taurina de Cataluña.
Como torero, cumplí con mi sueño de ser matador de toros. Comencé muy pronto, porque con tan solo 5 años ya toreaba becerras en el campo y en fiestas camperas. Debuté de luces con 13 años y toreé muchísimo sin picadores -más de 100 novilladas- hasta el debut con picadores donde pude hacer el paseíllo en otras 68 novilladas hasta hacerme matador de toros en 2009 en mi querida Monumental de Barcelona un 16 de agosto.
Decidí apartarme de esta faceta al poco tiempo de tomar la alternativa, tras ser consciente de la cantidad de cualidades y virtudes que tiene que tener un torero para soñar con objetivos mayores, y por eso sin ningún rencor, di por finalizada mi andadura vestido de oro.
«Toda mi vida la intento encauzar hacia el toro, nada me apasiona más que este mundo»
Pero eso no me alejó del mundo del toro, porque sería imposible que algo así ocurriera. Toda mi vida la intento encauzar hacia el toro, nada me apasiona más que este mundo. Como soy una persona muy inquieta y muy cabezona, y yo por nada del mundo quería apartarme de aquí, seguía entrenando y compartiendo el día a día con becerristas o novilleros, y me metí en labores de apoderado y empresario.
Así, he apoderado al matador de toros francés Maxime Solera desde becerrista hasta que estalló la pandemia con la alternativa anunciada y actualmente estoy muy involucrado con la carrera de un novillero catalán, Mario Vilau; además, he puesto mi granito de arena con otros muchos matadores y novilleros, Arturo Gilio, Vicente Soler, Gómez Valenzuela, etc.
Para mí la palabra apoderado significa que, para hacer una labor buena, tienes que conocer al torero mejor que él a sí mismo, pasar muchas horas con él y siempre que se ponga delante de un animal estar a su lado, solo así soy capaz de dar un consejo o una opinión. Lo demás es tirar de tópicos que aportan poco o nada a los toreros bajo mi manera de entender, y lo mismo pasa a la hora de hacer contratos, tienes que conocer muy bien al torero para saber cuándo tienes que enseñarlo y cuándo esconderlo.
El tema de la empresa es menos pasional y más eventual, aunque, como todo lo relacionado con el toro, lo disfruto mucho. Actualmente la plaza de Vinaroz y la localidad de Siles (Jaén) son las dos plazas donde este 2023 he organizado festejos, y luego colaboro con el empresario y ganadero maño Iván López, que organiza más de treinta pueblos entre festejos mayores y populares.
Ser el director de la Escuela Taurina es consecuencia del sentimiento de tener una obligación moral. Tras la pandemia, la anterior junta me comenta que están por la labor de dejarla en otras manos, y que habían pensado en que fuese yo esa persona. Y así, tras convencer a una nueva junta directiva de aficionados y profesionales, decidí aceptarlo y embarcarme con todas las consecuencias en la locura que es llevar una escuela taurina en Cataluña, sin toros, sin subvención y sin prácticamente alumnos.
«Ese es el objetivo principal de la escuela, el no permitir que se apague la llama del toreo en Cataluña»
Pasados unos meses, se obró el milagro, aparecieron por las instalaciones de la escuela cuatro chavales con la ilusión de querer conocer la tauromaquia y tan solo unos meses después debutaron en Vinaroz en una novillada sin picadores 4 toreros catalanes respaldados por casi mil aficionados catalanes ¡Qué enorme alegría fue ese momento! Y es que ese es el objetivo principal de la escuela, el no permitir que se apague la llama del toreo en Cataluña, tanto para los niños que sueñan con ser toreros como para que la afición tenga esa ilusión por con sus futuros toreros.
A los pocos días de empezar, había 9 alumnos, 5 de ellos nuevos con una muleta en la mano por primera vez ¿por qué vienen a la escuela? Por motivos muy diferentes: algunos por la afición de sus abuelos, otros por rebeldía y otros, simplemente, porque no sabían dónde ir. Todos los días de lunes a viernes, de cinco a ocho, entrenan con intensidad e ilusión.
Mario Vilau, Hugo Casado, Alba Caro y Marcos Adame son los más adelantados por la edad, oscilan entre los 16 y los 17 años los cuatro, luego vienen los peques que tienen de 5 a 10 años.
Todos nuestros alumnos, sin excepción, destacan por su voluntad de ser toreros, ninguno viene por venir o por hacer alguna actividad extraescolar, palpan lo difícil que es poder ofrecerle una becerra o una novillada, y cuando les llega la hora tanto en los entrenamientos como delante de los animales para ellos es un examen, quizás sin opción de recuperación, por ello estamos encantados con el compromiso que tienen.
La escuela se encuentra en el campo de futbol del Gornal, en Hospitalet de Llobregat, donde el ayuntamiento nos cede un pequeño espacio, para nosotros vital. No voy a ocultar la precariedad de los medios que manejamos en la escuela, porque los alumnos no pagan absolutamente nada por entrenar o torear en los festejos o salidas al campo que hacemos. La manera que tenemos de financiarnos, si es que se puede llamar así, es con alguna aportación esporádica de alguna peña o con la lotería de Navidad, y en todas las actividades que hacemos involucramos al aficionado, de modo que, cuidando cada euro que recibimos, nos las ingeniamos para que los alumnos puedan torear. Y también hay que agradecer la generosidad de algún ganadero, así como alguna figura del toreo que nos han invitado a compartir jornadas con ellos.
Sí es cierto que, a veces, te sientes un poco solo y echas de menos que el sector nos abra las puertas o nos dé viabilidad para poder seguir dándole oportunidades a nuestros alumnos.
«Pasar por la Monumental y que te pregunten que por qué no pueden ver toros al lado de casa, te hace sufrir mucho»
Todo lo relacionado en Cataluña con el mundo del toro es muy complicado, y bien que me duele. Como padre, me es mucho más difícil poder dar a mis hijos la educación taurina que a mí me dieron mis padres, pero he de decir que, afortunadamente, adoran este mundo e incluso salen a torear a las becerras con frecuencia. Nuestra familia, de hecho, tiene suerte, porque disfrutamos de una ganadería de bravo por parte de mi familia política a poco más una hora de Barcelona, de modo que allí pueden sentir el toro en el campo e indudablemente intento llevármelos conmigo donde se puede… pero en Barcelona ir a ver una corrida cuando menos son 600 km entre ida y vuelta, con lo que ello conlleva. Y pasar por la Monumental y que te pregunten por qué yo no puedo ver toros al lado de casa, te hace sufrir mucho.
Y luego es que en el día a día no hay ningún problema en la sociedad, mis hijos juegan al toro en el patio con naturalidad y hasta la fecha jamás nadie me ha protestado por ello, lo de Cataluña no es un problema real en la sociedad ¡es todo político!
Pero no quiero quejarme. Soy una persona que piensa en positivo, una persona clara, siempre intento ir de frente y soy muy leal conmigo mismo y con lo que considero que tienen que ser los principios del ser humano. Y, en lo personal, me siento una persona muy afortunada de llevar el hábito de vida que siempre quise, con lo difícil que es en Cataluña vivir del toro y respirar el toreo por todos los poros de mi piel. Lo dicho, ¡un afortunado!