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martes, octubre 15, 2024

Un centro de pensamiento y reflexión de la

Toro

Si consulto en Google la palabra Toro, encuentro la siguiente definición: Término que procede del vocablo latino taurus. Ejemplar adulto y macho que pertenece al grupo de los bóvidos. Se caracteriza por su cuerpo robusto, cubierto de pelo corto, y por sus cuernos. Los toros (machos) y las vacas (hembras) componen el ganado vacuno.

Me crié en un mundo agrícola y con una muy pequeña explotación ganadera, vacas, terneros y cerdos. Viví el cuidado y la atención que merecen los animales de corral, quizás por este aprendizaje cultural nunca comprendí cómo a un bobino se le pudo cambiar la dieta, por la maldita codicia, hasta enloquecerlo y contaminar a los consumidores.

Siento el sustantivo toro como una palabra de sonoridad potente,  que puede tener varios significados. Para un japonés o un amante del atún rojo, toro es una de las partes mas apreciadas, el corte de la ventresca con una grasa infiltrada valoradísima, un bocado de una textura gastronómicamente excepcional.

Toro en mi universo infantil, familiar y agrícola, significa también la potente máquina para nivelar terrenos de cultivo y asentar caminos.

Toro en mis recuerdos de salidas familiares, es una silueta en la cima de una colina de un paisaje, en el camino de un pequeño viaje.  Una imagen que me conducía a relacionarlo con uno de los brandys que vendíamos en la tienda familiar.

Toro en mis emociones artísticas, son impactantes y bellísimas imágenes de atletas cretenses, o dibujos y pinturas de Goya, Manet, Picasso, Miró, Dalí, Botero o Barceló. Obras artísticas que calaban en mí, y me preguntaba  cómo sería asistir al espectáculo de una corrida? En mi entorno familiar no hay ni una pizca de cultura taurina, nadie nunca me habló del mundo del toro. Pero mi profesión me ha conducido a conocer a verdaderos fans de la tauromaquia, y ellos despertaron mi interés por la experiencia taurina, mi curiosidad por llegar a entender esta pasión.

He asistido en mi vida solo a dos corridas, las dos en la plaza Monumental de Barcelona, las dos acompañada de amantes del mundo del toro, las dos con José Tomás en el cartel. Desde mi ignorancia taurina, he de confesarles que aquellas tardes viví emociones muy profundas. Viví la corrida como una danza, un ballet, un diálogo a muerte entre un toro y un torero. Nada de música, sólo el toro y el torero llenando el ruedo, el público percibiendo su sudor, su respiración, su encuentro, su lucha, su final.

Probablemente porque practico una alimentación variada y omnívora, y porque defiendo una calidad de vida para el devorado y para el devorador; por mi relación gastronómica con el mundo cárnico, comprendo las dificultades en pro de la calidad, de los ganaderos, de los carniceros, y puedo también entender las dificultades del mundo de la tauromaquia. Es tan difícil como intentar comprender la filosofía del cazador que es amante, defensor y cuidador de la naturaleza.

Carme Ruscalleda, primavera de 2021

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