En la tauromaquia existe un amplísimo repertorio de gestos, palabras exclamaciones, todos esperados y reconocidos, que estructuran el ritual de una tarde de toros y constituyen su expresión teatral. Algunos quedan insertados en la ejecución de las suertes, pero otros las enmarcan anunciándolas o rematándolas. Todos estos gestos y actitudes contribuyen a la representación del rito y subrayan su significado. El espectáculo de la corrida es único, pues en él se conjugan y se apoyan mutuamente el teatro y la realidad. “Ahí se muere de verdad”, pero al mismo tiempo se trata de un conjunto coreográfico que significa y nos dice mucho más que su apariencia física. El torero no para de hablar con su cuerpo. Habla al toro, al público y, a veces, a sí mismo. Habla con los brindis, los cites, los adornos, los desplantes. Por su parte, el público, reaccionando a esa actuación y a ese mensaje, es parte imprescindible del ritual.
Texto escrito por François Zumbiehl, escritor y antropólogo, dentro de la campaña para divulgar el Decálogo en defensa de la tauromaquia que el Instituto Juan Belmonte está llevando a cabo durante el mes de febrero.