La tauromaquia es un sinónimo de vida, entendiéndose vivir como la acción de entregarse en cuerpo, mente y alma a cada instante de forma integral.
A lo largo de nuestro recorrido vital siempre tenemos algún toro que torear, un toro que puede darnos miedo y nos enseña a cargar la suerte y sacar nuestra valentía, a cambiarle los terrenos y emprender un nuevo camino, o a mostrarle al público o a uno mismo que el temple es la mejor solución para el toro bueno y para el malo.
Enamorarse hasta los huesos de otro ser humano es entregarse en una faena. Cruzar la plaza, capote en mano, para esperar al burel a porta gayola es abrir un negocio sin saber lo que ocurrirá.
Para mi forma de pensar, todas las personas, hasta aquellas que aún no lo saben, tienen un torero dentro, porque la vida te ofrece cada día infinidad de situaciones repletas de toros por torear y oportunidades para salir de casa, vestido de luces y con tu torería por montera.
Texto escrito por el torero Saúl Jiménez Fortes dentro de la campaña para divulgar el Decálogo en defensa de la tauromaquia que el Instituto Juan Belmonte está llevando a cabo durante el mes de febrero.
