Desde hace pocos años, el clásico antitaurino ha sido sustituido por el llamado animalista, el cual considera a todos los efectos iguales a animales y hombres, se autopercibe como depositario de la verdad absoluta y no admite opinión en contrario, con una actitud de intolerancia casi religiosa. Detrás hay, además, una industria global, con un poder económico como no se ha visto jamás en la historia, y que lo que quiere es transformarnos a todos en sus consumidores acríticos y para la que una cultura como la taurina, con raíces y personalidad, es un obstáculo. Por todo ello, es tarea esencial el poner en valor todo lo que es y lo que significa la tauromaquia, cultural, económica y socialmente, lo que redundará en beneficio no solamente de la propia Fiesta, sino de toda la sociedad. En este momento, defender la cultura del toro en España y en el mundo significa mucho más que defender esa cultura: es, también, proteger a la sociedad frente al dogmatismo de quienes quieren imponernos su ideología, y frente a un capitalismo salvaje y despiadado que nos prefiere débiles y consumistas. Es trabajar por una España más culta, más diversa, y más tolerante. En definitiva, por una España mejor.
Texto escrito por Fernando Gomá, presidente del IJB y vicepresidente de la FTL, dentro de la campaña para divulgar el Decálogo de Albert Boadella en defensa de la tauromaquia que el Instituto Juan Belmonte está llevando a cabo durante el mes de febrero.
