Si bien la expresión «lo bueno, si breve, dos veces bueno’’ forma parte de nuestro lenguaje popular, sí me gustaría añadir que si aquello que sucede, en el arte escénico ante el que nos encontramos, además de su potencial belleza, somos conscientes de que ocurre y termina, nos llevará a entender por qué en el toreo hablamos de una expresión artística tan especial, aquella en la que el arte puede ser entendido, expresado y divulgado de muy diversas maneras por el aficionado o por quien la aprecia.
En un mundo de ‘tweets’, ‘streamers’, ‘directos’ etc. siempre nos quedará el expresar como entendimos una faena, una muletazo o un lance, porque ya fue; ya pasó, pero nunca se olvidó. Así se me viene a la cabeza la pregunta de Juncal llena de tristeza e ilusión, «Cuéntame amigo Búfalo, ¿Cómo fue aquella faena que hice en el Puerto de Santa María?’’, mientras el limpiabotas ejercía con el maestro y le contaba cómo él había entendido, admirado, y por qué no, sobrevalorado en el mejor de los sentidos, aquella gloriosa faena.
Texto escrito por Jaime González-Écija, estudiante de Derecho y ADE, dentro de la campaña para divulgar el Decálogo en defensa de la tauromaquia que el Instituto Juan Belmonte está llevando a cabo durante el mes de febrero.
