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jueves, marzo 28, 2024

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Toros, sí (si traen turistas)

En Barcelona este último año ha pasado algo que parece increíble: ¡hemos echado de menos a los turistas! En el pasado reciente eran normal las protestas vecinales en muchos barrios de la ciudad contra la presencia masiva de viajeros. El turismo se convirtió en el principal problema para los vecinos de Barcelona. Se sabe que existe una parte beneficiosa asociada con el turismo: interculturalidad, flujos económicos, oportunidades de empleo, etc. No obstante, también existe una parte mala: el aumento de la congestión, la criminalidad, la subida de precios…

La actitud de los habitantes locales frente al turismo depende de cómo la actividad turística afecta a su calidad de vida y a su bienestar. Como en muchas dimensiones de la vida, ponemos en la balanza las ventajas y los inconvenientes, lo bueno y lo malo. Los que solo sufren a los turistas, huirán de la ciudad, mientras que los que viven de ellos los echan de menos cuando no lleguen.

Pese a lo que algunos puedan pensar, muchos turistas vienen a España buscando el sol y la playa, y esperan encontrarse con experiencias auténticas, contactar con la realidad del país, y en su imaginario están los toros: “Los turistas consideran las corridas de toros virtualmente sinónimo de España y acuden a estos eventos como una fuente de entretenimiento exótico (…) la tauromaquia está aún más asociada a la identidad nacional española que el béisbol a la de Estados Unidos” (Brandes, 2009). Por otro lado, existe propiamente un turismo taurino, con gente que peregrina a los templos, esperando ver a su dios resucitado. Esto no es exclusivo de España o los países que solemos incluir en el Planeta de los Toros: en China o Japón las peleas entre toros no solo tienen interés entre los locales, si no que tienen un interés turístico importante. Otros países en los que hay fiestas en las que se celebra la bravura de los toros son Turquía, Bosnia, Kenia, Tanzania, Bangladesh, Laos o Vietnam. 

Un ejemplo de afluencia de viajeros pueden ser los Sanfermines de Pamplona. Por un lado, existe el brutal impacto económico y mediático, que pone a la ciudad en el mapa, y por otro la masificación, las borracheras y demás desmanes que conlleva el ocio. Otro ejemplo, más modesto, es la Feria del Toro de Olivenza, que duplica su población durante los tres días del primer fin de semana de marzo en los que tiene lugar la feria. En este trabajo desarrollamos un análisis de la Feria del Toro de Olivenza y preguntamos a la gente su opinión sobre la Feria, sobre las ventajas y los inconvenientes de tener que soportar tanta gente. Los resultados de la encuesta a varios centenares de habitantes de la ciudad son los razonablemente esperables: cuantas más ventajas perciben los oliventinos, mejor valoran la feria, y cuantos más inconvenientes, peor la juzgan.

Lo interesante es el análisis del carácter taurino de la Feria. Para los que no asisten a las corridas, que entendemos que son los no aficionados, la valoración de la esencia taurina de la feria está de hecho ligada a las ventajas (empleo, ingresos, etc.) e inconvenientes (congestión, precios). Dicho de otro modo. Para los que no son aficionados, la feria está más justificada si tiene muchas ventajas y pocas desventajas. A los aficionados, en cambio, no les cambia el gesto: da igual si trae dinero o si no se puede aparcar, poder asistir a las corridas es lo primero.

La moraleja de este trabajo es que mucha gente rechaza el turismo, o los toros, simplemente porque no perciben los beneficios asociados, y solo son capaces de internalizar los perjuicios y prejuicios. Tengo muchas dudas de si un antitaurino cerrará las puertas de su bar, que mira de frente a la plaza de toros, el día de la corrida. 

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