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sábado, abril 20, 2024

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En la tauromaquia prima el mérito

El público concede al matador de toros un mérito previo y lo manifiesta al empezar la corrida con su aplauso inicial, en ocasiones seguido de ovación cerrada al finalizar el paseíllo, bien sea en reconocimiento por un triunfo anterior en el mismo coso, al reaparecer después de un grave percance o ante la gesta de anunciarse solo frente a seis toros…

Pero lo que prevalece es la faena ulterior: la capacidad del diestro para entender al toro que le toca en suerte, revelar sus cualidades, corregir sus defectos, torearlo con arte y darle muerte según los cánones. Los méritos que el público espera y reconoce en el torero son diversos. La entrega es esencial junto con el talento para someter al toro y la sensibilidad para hacer de la embestida una expresión artística. El público lo mide y lo valora todo: la faena en función del toro, la disposición del torero y su capacidad para emocionar, tanto más si la emoción resulta de la conjunción de valor, arte y conocimiento. La estocada sincera, bien ejecutada y certera rubrica la obra y la recompensa son los trofeos cortados y el entusiasmo colectivo. Lidiar un toro bravo toreándolo bien es muy difícil y meritorio y el público lo sabe y lo celebra, o lo lamenta y critica en el caso contrario.


Texto escrito por Araceli Guillaume-Alonso, historiadora y catedrática emérita de estudios hispánicos en la Universidad de la Sorbona, dentro de la campaña para divulgar el Decálogo en defensa de la tauromaquia que el Instituto Juan Belmonte está llevando a cabo durante el mes de febrero.

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